Prosodia

Leo tus mensajes como si te escuchara, como si tus palabras estuvieran escritas en voz alta; me saben entonces a la voz que sale de tus labios cuando rozan mis orejas. Inclino la cabeza para leer tu sonrisa de paréntesis que cierra, y también para sentir tu nuca sobre mi hombro, tus manos sobre mi cuello.

Camino sobre el otoño de tus palabras (sí; esas que el viento suele llevarse) mientras te contemplo ahora tan desnuda de ellas, en silencio. Esta vez voy a besarte antes de que broten de nuevo todos tus dilemas, antes de que bromees con que esto no pasó. Ya no soy capaz de consumirme en incendios subrepticios, pero aún así prefiero estar contigo, escuchando tu silencio, respirando tu calor.

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