No obstante

Quería comenzar esta entrada con algunas citas tomadas de El túnel de Ernesto Sábato. Sin embargo, son demasiadas. El libro entero me resulta ahora un compendio de pensamientos que antes percibía como aleatorios, y que recién ahora comprendo; la profundidad del abismo, la fragilidad del puente, las últimas consecuencias de algunas pesadillas que parecen no tener fin.

Los mecanismos de la ficción suelen ser caprichosos. Los personajes que de ello se desprenden, son también de lo más variopinto. Y de entre lo profuso de dicho bestiario, por ahora me queda una musa demoniaca, un demonio angelical. Una quimera inverificable cubierta por adoradas mentiras que lo fueron todo en su momento, y llena de verdades agazapadas en lo más profundo de su propio laberinto de confusión y oscuridad.

Es muy temprano para tratar de obtener conclusiones, y hay historias a las que una segunda lectura les viene bastante mal. Quisiera escribir también muchas cosas, pero no quiero simplemente vertir mis palabras como van saliendo. Sobretodo porque este es uno de ésos delicados momentos en los que hay que elegir con mucho cuidado qué es lo que se queda para siempre habitando mis recuerdos.

Circunloquios (IX)

Podría jugar a que no me importa, pero estaría mintiendo. Podría tratar de hacer como que nada pasa. Ya sabes, levantar un muro, y apertrecharme allí hasta que el asedio termine. Soy bastante malo para eso. Podría también ser tan pueril como me permití ser hace unos años, para esta vez fraguar algún desquite que aunque nunca será equivalente a todo lo que pasó entonces, sea algo que por lo menos tenga la virtud de resanar mi ego. De acuerdo; me conoces lo suficiente como para saber que tampoco haré eso, pero… al menos es divertido imaginarlo, ¿no?

Quizá te haga caso, y deje simplemente que las cosas pasen. Sé que no tengo motivos para creer que esta ocasión será diferente de las anteriores, pero aprecio que al menos entiendas por qué me siento así, sin juzgarme ni condenarme. Quizá cuando despierte como siempre con las manos vacías, iré de nuevo contigo a que me mires con tu sonrisa de '¡lo sabía!', a tenderme en tu regazo, y que vuelvas a explicarme que no pasa nada, que así es como funciona la cadena alimenticia, mientras acaricias con dulzura mis mejillas.