Extraño

Era el anhelo de historias contadas a través de esos prístinos ojos de follaje tan recién amanecido en las montañas que señalan la frontera.

Eran sus manos origen del vaivén de un remolino cadencioso que inundaba el edificio con su aroma inconfundible a sopa de fideo recién hecha.

Eran sus pasos las tardes de lluvia que hacen cantar las baldosas y que dejan dibujar en la ventana sonrisas de tantos sueños que comienzan.

Era un viaje a tantos portentos y tantos prodigios que iniciaba izando manteles blancos y todavía húmedos de historias pasadas de sobremesa.

Era su sonrisa un arpegio dulce que paró hasta que las flores en su delantal se marchitaron y su canto se marchó hacia un lugar desconocido.

Érase una vez Virginia Angelina. Es que pasan los años, y todavía la extraño.


*Otra vez mis tuits convertidos a entrada de blog. Capítulos de 140 caracteres y sin comas.

Invernadero

Ya una vez me rescataste del insomnio y fuiste sueño al que me aferré cándidamente. Me dejaste descansar en tu regazo y me diste también realidad a cucharadas. Me tuviste en la orilla de ese abismo entre tus medias y tu falda, y me cortaste el sololiloquio con tus labios en los míos. Redujiste la distancia en un pañuelo, y te volviste mi manera de tocar el cielo con las manos. Inventaste una frontera impenetrable y delicada, traspasada solamente por las huellas de tus uñas en mi espalda. Preferiste escaparte del rigor y el tedio de lo cotidiano, y dejaste florecer mis ganas en el surco de tus pasos sobre toda esa tierra fértil que pusiste de por medio.

No hay un solo pero que interfiera mi deseo de perderme otra vez en tu mirada. No eres tú, es ese cúmulo de estrellas diminutas escondidas en el infinito de tus ojos.