Equinoccio

Nunca seas tan inevitable que te vuelvas temporal. Nunca seas tan doloroso que termines lloviendo para siempre.

A estos muros todavía les cabe un «a mí también me duele». No sé si puedo decir lo mismo de la tiza que lo escribe. Voy a quedar mojándome contigo, no importa si la lluvia hace llorar nuestras palabras dibujadas a lo largo de la piel de esas paredes.

Sé que el hubiera no existe, pero aún así paso algunas tardes contemplando fijamente el por si acaso. El problema de volverme otoño entre tus manos sigue siendo el crujir de mis palabras que se vuelven hojarasca.