De batalla

Otra vez estoy aquí. Solo, frente al teclado, y con todas las ideas hechas un desastre. Huelga decir que últimamente esto me ocurre más seguido de lo que estoy dispuesto a admitir. Los sentimientos joden más que las ideas. Suelen ser más persistentes y menos chapuceros, pero también mucho más renuentes a ser puestos en palabras.

Mucho tiempo me pregunté por qué había dejado de escribir en este blog. No sabía si era que los motivos que me llevaron a abrirlo se habían agotado, o si esa extraña (y a menudo inútil) obsesión mía por mantener mis ideas agrupadas por temas o categorías me había llevado a escribir más en otros lados. Trato de mantener el contenido 'narrativo' en mi blog blanco, cuando me permito ser cursi acudo a Tumblr, si tengo ganas de disfrazar mis pensamientos de aforismos y cortar cada 140 caracteres lo hago en Twitter, e incluso cuando tengo ganas de quejarme de algo sobre la marcha, voy y escribo en esa red casi muerta que es Heello.

Quise borrar este blog más de una vez. Primero, cuando sentí que esto de escribir poco me ayudaba a manejar o a comprender mi confusión; luego, cuando al fin resolví algunos años de frustración que me provocaba una idea (mucho tiempo juré que era una persona, no una idea), supuse que esta bitácora ya no tenía más razón de ser. Pero para entonces ya me había encariñado con ella, así que decidí seguir.