Abrazo

Desde luego, no es que uno «elija» sufrir, según esta frase que indica que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Es más bien que uno se tropieza por ir caminando a tientas, intentando no soltarse y aferrándose a cosas que quizá hace mucho dejaron de sostenerte.

Creo que estos dos meses han tenido todo que ver con eso; sigo aferrándome a un lugar en el que fui feliz, pero que hace mucho ya no existe. Y la verdad es que mi felicidad era pequeñita y estaba medio rota, pero creo que así me gustaba. Todas las veces que quise asomarme a ver cómo eran otras, descubrí que sí, que todas son falibles, que todas son efímeras y frágiles, que todas mueren y renacen en lugares del corazón que ni uno mismo se conoce. Uno se acostumbra a aquellas en las que murió más veces, en las que se rompió en más pedazos, en las que todo alrededor parece conocido.

Siempre he dicho que soltar no es la panacea de nada, y que el apego será todo lo malo que uno quiera, pero a veces es lo que mantiene a tus pedazos juntos. La cuestión es que luego de un rato de abrazar a la nada, te das cuenta de que si aprietas un poco más, terminas abrazáondote a ti mismo. Y eso, por más cursi que resulte, suele ser de mucha ayuda.