Germinal

Te equivocas si crees que no noto cómo entras a hurtadillas al invernadero de mis palabras; a veces lejanas, a veces certeras, pero siempre torpes al momento de esgrimirlas. Crees que no haces ruido mientras las fragmentas para armar tu scrabble de semántica gastada. Entonces infieres, concluyes, conjeturas, entrevés y asumes cosas. Quizá deberías alegrarte de no ser tú. De no ser el talón de Aquiles, la mano de Cervantes, o la oreja de Van Gogh. No deberías jugar a ser el mago que adivina las cartas que están sobre la mesa, ni a usar disfraces con acosos que no te corresponden.

En vez de eso, simplemente apaga la luz. Deja a mis palabras abrirse paso por el mundo, permite que se trepen a los muros para llegar más alto, o llorar su savia si se sienten mutiladas. Permite que sus frutos lleguen a otras bocas, y que sus espinas hagan sangrar otras manos, porque ya no pertenezco más a ellas. Hace ya algún tiempo que decidí dejar de ser esclavo de lo que digo. La primavera nunca se va para siempre.

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