Balance

Desde luego, mi deuda contigo es impagable. Y es que abusé de tu fe en mí, sin duda. Nunca te di la certeza que necesitabas. Permití que las personas horribles de las que elijo rodearme te lastimaran y te dejaran heridas profundas. Puse a mi ego por encima de todo, te hice sentir poco apreciada y valorada. Invisible, en una palabra. Pero quizá mi menosprecio nunca te lastimó tanto como mi miedo y mis dudas. Como mis mentiras, mis ambigüedades, la falta de verosimilitud en mis acciones.

Lo bueno es que al final de todo te elegiste. Te quedaste contigo, estableciendo vínculos profundos de calidad y armonía con la gente que te rodea. Elegiste ser resiliente, ver por ti y por tus necesidades afectivas. Pudiste convertir la traición en un regalo de crecimiento, y navegar libre hacia mejores rumbos, sabiendo que tienes la capacidad de florecer en donde te planten. Te quedaste con la paz de haberlo intentado, y ahora puedes mirar hacia nuevos horizontes en donde cumplir tu noble misión de llevarle paz, armonía y equilibrio al mundo.

Y aunque no deja de dolerme a ratos, le agradezco a la vida que te hayas ido. Me habrías dejado el corazón en los huesos, y de todas formas nunca habría sido suficiente. Lo tuyo no es amor, es extorsión emocional.