Desensamble

Siempre he sabido que amar no es suficiente. Pero siempre he creído que es el mejor de los comienzos.

No sé qué partes de la vida acomodarme cada vez que lo que elijo se me escurre de las manos. Nunca sé si asirme o si soltar, pero el demonio final de cada una (la obsesión y el desapego) me parecen lo bastante aterradores como para no tomarse en cuenta. El amor puede estar allí todo lo que quiera, pero hace falta una estructura para sostenerlo. Pude haber hecho un esquema más o menos funcional, pero aún me faltan muchas piezas. Y la intemperie no siempre te espera a ver si las reúnes antes de que todo lo demás se caiga.

Nunca he sabido bien qué hacer con mi tristeza. Me demanda muchísima atención y todavía no se me ocurre una manera eficaz de entretenerla. Puede ser que me deje escribir o hacer mis cosas un momento, pero se aburre y no se está tan quieta como yo quisiera. Jode, jode mucho. Se me encima, me estorba, se emberrincha; me pregunta cosas estúpidas, me cambia mis cosas de lugar y me atosiga hasta la jaqueca. Casi no duerme ni me deja hacerlo.

Afuera, el monstruo que sabe que lo que tengo para dar nunca es suficiente contempla la escena. Enciende un cigarrillo y sonríe con sorna. Sé que lo va a dejar a la mitad y sabe que yo iré a acabármelo. Nos conocemos bien desde hace mucho.

Causa

Te pareces demasiado a todo lo que recuerdo sobre Valentina. A todo el amor que le tengo a ese nombre, a ese sueño, a esa manera de mirar hacia la víspera de lo que se queda para siempre aunque haya sido sólo una vez.