Temo que no podré explicarlo con más claridad —insistió Alicia con voz amable—, porque para empezar ni siquiera lo entiendo yo misma...
Lewis Carrol: Alice in wonderland.
El cruce entre el viaducto y el periférico de mis pensamientos me espanta el sueño de un modo que ni el más potente café turco se podría imaginar. Esta ocasión no es radicalmente diferente a las anteriores, salvo que quizá ahora me siento más resignado que pesimista.