La verdad no puede tener amantes. Es demasiado cruel para retenerlos. Yo soy amante de la mentira. La mentira es el sueño, la poesía, el arte [...] Yo vivo con las verdades indispensables. Pero moriría si no pudiera imaginar mis adoradas mentiras.
-Abel Quezada, cazador de musas.
Y cuando con su dulce engaño llegan, tienen poder sobre todas las cosas. A veces se quedan un momento; a veces se marchan con la misma fugacidad con la que aparecieron. Pueden venir en momentos seguidos, pueden abandonarme por semanas. Estos últimos días, se vienen posando sobre mis cuadernos de dibujo, y me sonríen con una canción sediciosa. Y mientras acomodan su cabello y retozan en mi fascinación, me ofrecen una visión de la realidad que se siente como una versión acústica de el mejor de los mundos imposibles.
Inequívoca, roza mi espalda con el dedo para que yo advierta su presencia. Me ha reconocido; me vuelvo apresuradamente para cerciorarme que no ha desaparecido. Me mira con esos ojos azul profundo, y me sonríe. —Pensé que tardarías un poco más en llegar, añade...