xou

Me lo estuve pensando mucho, ¿Sabes? Trataba de dar con algo perfecto, pero creo que me rendí en el intento. Quizá fue el hecho de que hubieras dicho que cualquier cosa estaba bien. Casi olvido lo que unas flores pueden hacer.

Esta vez no diré que me hacen falta las palabras; es sólo que tengo muchas maneras de describir todo lo que me haces sentir desde que llegaste a mi vida. Eres ilusión y realidad, eres razón y eres motivo, eres el medio, eres el fin.

Todas las veces que he tenido que decirlo, algo distinto se me viene a la mente. La primera vez que te soñé desde que no eras, desde que soñé con tu nombre que no era nombre, con tu risa que no era risa todavía, y con tu mirada curiosa sobre mi monitor. Adoro todos los días esas noches de desvelo interminables, esas horas de historias sin rumbo fijo, esa sonrisa tuya que lo cura todo, y esa sensación maravillosa de sentir como un pedacito de mi corazón late fuera de mí.

Princesa pequeñita:

De verdad me gustaría decirte muchas cosas. Me gustaría poner en palabras todo lo que te quiero, y luego enrollarlas y hacerte con ellas una colorida florecilla que puedas conservar y no tengas que leer.

Me encantaría decirte que eres como una chispa pequeñita, capaz de iluminar la más profunda de las oscuridades, como una sola nota musical, capaz de terminar con el más abrumador de los silencios, o como el aroma de una galletita recién horneada.

Pero por ahora sólo diré que celebro que estés con nosotros, que adoro que sigas teniendo ese toque que sólo las hadas que creen en la magia nos pueden regalar, y que sigas haciendo que tu reino sea un mejor lugar para los que te rodeamos.

Ansina

Hice muchas entradas con las vísceras. La mayoría malas, inconexas, ridículas, fuera de lugar, no sé. Seguramente un poco de todo. Pero siempre me fueron útiles. Al final de todas esas tardes, las buenas y las mejores, las malas y las peores, siempre me quedó este blog. Fue el único que estuvo allí en todo momento. Con cada ilusión, con cada alegría, con cada sinsabor y con cada enojo.

Me volví a beber un licuado de sensaciones encontradas, y en un arranque de ira, estuve a dos segundos de darle en la madre al xml que hace de esqueleto de esta bitácora. Pero me detuve. ¿Por qué iba a hacer semejante cosa? Odié sentirme vulnerable en vez de liberado por el sólo hecho de escribir. Prometo que no me vuelve a pasar.

De musas.

Y de nuevo, sentí el llamado de la musa. Así que decidí ponerme creativo, para que me encontrara trabajando. Llegó el día, y la ví con casi la misma ilusión de siempre. Pero algo andaba mal. No había en su mirada el brillo de las ocasiones anteriores. Me pregunto si algo hice mal, o si ya no sé interpretar su toque por la espalda.

El tema es que dudé. Todo el tiempo dudé. Sentí la musa a mis espaldas, acariciando mi hombro, y juraba que la tenía conmigo. La quise tomar de la cintura, pero en eso se esfumó. ¡No! ¡No podía ser! Meses esperándola, y no podía simplemente desaparecer. Así que desesperado, corrí tras ella en la más profunda de las oscuridades urbanas. En eso tropecé, y caí. Caí por segundos que me parecieron interminables, y justo antes de darme contra el piso, desperté sobresaltado, y algo confuso.

A la mañana siguiente, y asumiendo que quizá todo fue un sueño, me preparaba un café cuando recibí un SMS. La musa confirmaba haber estado allí. ¡Qué mal! :(

Ciclos.

Respiro hondo, dejo escapar un suspiro, y me pongo a pensar que esta ocasión es la buena. ¿Para qué me agobio con las evidencias? No; esta vez es la buena. Irreductiblemente, es la ocasión que he estado esperando desde que abrí este blog. Así que trato de estar optimista. Sonrío.

Respiro hondo, dejo escapar un suspiro, y me doy cuenta de que estoy que me cago de miedo. ¿Para qué le doy vueltas a un episodio que sé exactamente cómo terminará? Van a pasar algunas semanas; me pondré impaciente, preguntaré puerilmente '¿cuánto falta?'; obtendré cualquier cosa, menos una fecha exacta. Me encabronaré, y seguiré como hasta ahora.

Respiro hondo. Le doy vueltas y vueltas al mismo asunto, me hago más o menos las mismas chaquetas mentales de siempre, y trato de hacer algo para distraerme. No funciona. Mis pensamientos vuelven al primer párrafo, y el ciclo de la lavadora se repite, hasta que el sueño me vence, y entonces sueño contigo.