Minificciones (1)

Y entonces Cenicienta, escapó al mundo salvaje; se subió a un león, recorrió los campos, y ¿qué crees?

¡El león se la comió de un bocado!



Matilde tiene casi 4 años. Y yo, me encontraba en esa difícil noche que marca el final de las vacaciones, tratando de contarle un cuento para hacerla dormir. Uno, dos, tres intentos. Matilde me miraba con una sonrisa paciente al final de cada historia. Hasta que me dijo —papi, ahora te cuento un cuento yo. :)


Sea porque se hastió de la eterna felicidad a la que el final del cuento la condena, sea porque quizá la vida marital de una princesa ya no sea motivo para contarse, no lo sé. Creo que me sentí un poco identificado por el cuento. Eso de escapar, hacer un recorrido, y luego ser devorado, ¡ah! Creería que es algo así como darse de bruces con la realidad, pero no. Comenzó con una ruptura hacia lo desconocido, y lo imaginario termina devorando lo real.

Me ha devuelto un poco de la fantasía que hacía tiempo se hallaba perdida. O más bien, como dormida. A veces una chispa basta para encender un gran incendio. Me has ahorrado un par de sesiones de terapia. Y eso, Mati, es algo que te tengo que agradecer. :)

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