Brevedades

Me enamoré del personaje que ella construyó en internet. Hasta ahí todo bien. El problema fue cuando hice todo lo posible por franquear esa barrera que separa la realidad de la ficción. Compré un billete de avión, y fui a buscarla. Llegué hasta la puerta de su casa, pero ella nunca abrió. Sentí que había vuelto con las manos vacías. Aún sabiendo que lo mejor era no hacerlo, de ahí en más la seguí buscando, como quien busca a alguien que le debe algo que sabe que no puede pagar. Y ella estuvo allí, como quien sabe que no puede pagar, pero tampoco quiere renunciar a su adeudo. Años después ella vino, y por fin la vi en persona. Ya no hablemos de finales; creo que la historia habría merecido un epílogo bastante menos gris que lo que en realidad ocurrió esa mañana.

Derramé algunas lágrimas y muchas letras antes de poder contar la historia así de simple, así de llana. Internet es un lugar tan sorprendentemente pequeño, que escribir sobre ello siempre me hizo sentir absolutamente vulnerable. Incluso yo nunca le di vuelta a la página. Fue la página quien me la dio a mí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Enamorarse ya es de por sí un riesgo. Enamorarse por internet es un arma de doble filo.

Genrus dijo...

Eso es cierto. El problema aquí es que algunos filos cortan con mucho más trabajo que otros.

Aránzazu Hernández dijo...

Quien no arriesga no gana. No hablemos de finales, quédate con los durantes que te hicieron creer, reír, luchar.
Los filos se desafían, para bien y para mal. La vida es cortarse a veces, no alejarse de una posibilidad de herida.

Inauguro mi día con tus textos. Me quedo a solas pensando con lo que piensas.

Feliz miércoles.

La cochambrossa.