Invernadero

Ya una vez me rescataste del insomnio y fuiste sueño al que me aferré cándidamente. Me dejaste descansar en tu regazo y me diste también realidad a cucharadas. Me tuviste en la orilla de ese abismo entre tus medias y tu falda, y me cortaste el sololiloquio con tus labios en los míos. Redujiste la distancia en un pañuelo, y te volviste mi manera de tocar el cielo con las manos. Inventaste una frontera impenetrable y delicada, traspasada solamente por las huellas de tus uñas en mi espalda. Preferiste escaparte del rigor y el tedio de lo cotidiano, y dejaste florecer mis ganas en el surco de tus pasos sobre toda esa tierra fértil que pusiste de por medio.

No hay un solo pero que interfiera mi deseo de perderme otra vez en tu mirada. No eres tú, es ese cúmulo de estrellas diminutas escondidas en el infinito de tus ojos.

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