Extraño

Era el anhelo de historias contadas a través de esos prístinos ojos de follaje tan recién amanecido en las montañas que señalan la frontera.

Eran sus manos origen del vaivén de un remolino cadencioso que inundaba el edificio con su aroma inconfundible a sopa de fideo recién hecha.

Eran sus pasos las tardes de lluvia que hacen cantar las baldosas y que dejan dibujar en la ventana sonrisas de tantos sueños que comienzan.

Era un viaje a tantos portentos y tantos prodigios que iniciaba izando manteles blancos y todavía húmedos de historias pasadas de sobremesa.

Era su sonrisa un arpegio dulce que paró hasta que las flores en su delantal se marchitaron y su canto se marchó hacia un lugar desconocido.

Érase una vez Virginia Angelina. Es que pasan los años, y todavía la extraño.


*Otra vez mis tuits convertidos a entrada de blog. Capítulos de 140 caracteres y sin comas.

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