Escribo

He abierto cantidad de bitácoras. Ahora mismo tendría que hacer memoria para aproximarme a cuántas. Escribo, escribo un chingo. Escribo muchas pendejadas. Algunas tristes, algunas cursis. En algunas cuento mis cosas, comparto mis reflexiones, mis ideas. Creo que todo lo otro que escribo se llama ensayo. Sin embargo, cada vez que se me cierra alguna puerta, esta, la que inauguré hace 8 años sigue siendo una ventana. La abandoné muchas veces. Volví todas.

La idea de los monstruos me resultó durante mucho tiempo, toda vez que maldije lo reducido que es internet y el hecho de que cualquiera puede venir a leerme. Corrijo: no, no cualquiera. Gente que sabe que aquí vengo a escribir cada vez que algo me confunde, me jode, me duele. Le temo a los conocidos, no a quienes caen por aquí debido a los caprichos de lo aleatorio. Si escribir es un acto de fe, publicar es un acto de valentía. Porque claro, también podría tener esto en un cuaderno, o en un documento de texto guardado en mi computadora.

Por alguna razón, parece que mis blogs siempre se tratan de una otra persona. Que los abro porque un alguien me mueve a escribir, a sentir, a «decirle» cosas que no tienen cabida en otros sitios, o que de algún modo no me interesa decirle, pero sí que se entere. Yo mismo llegué a creer eso. Que todo venía de afuera, que esta bitácora era un lugar para escapar de la intemperie. Hay quien piensa que «escribo bonito». Y eso me jode, me jode mucho. Me jode porque siempre, en algún momento me hace sentir vulnerable; me hace sentir que no estoy a la altura de mis propias construcciones. Que no tengo con qué sostener todas las palabras bonitas que digo. Y entonces lo mejor es no leerme. Lo mejor es olvidarse de que escribo.

Y sin embargo, escribo. Escribo desde la tibieza de la que se me acusa, desde el desencanto, desde el centro del vacío entre lo que digo y lo que soy. Escribo porque sé que sólo quien lo hace conoce bien todo lo que hay debajo de cada letra, de cada signo, de cada errata, de cada eufemismo, de cada cosa que puso sobre el pretil de su bitácora buscando que le diera un poco de aire y un poco de luz. Hace poco leí que las ganas y la voluntad no son lo mismo. De escribir no tengo siempre muchas ganas. Pero amén de todas las razones que tengo para preferir no hacerlo, escribo.

0 comentarios: